África del Sur
En 1778 llegó Francis Masson a Canarias. Su misión, recolectar plantas para el Real Jardín Botánico de Kew. Previamente había pasado 30 meses en Sudáfrica como “plant hunter”.
¿Cuál era su interés por estas regiones?: Estudiar la diversidad de sus paisajes y la riqueza de sus especies, las cuales habían evolucionado aisladamente, protegidas por las aguas de los océanos y las arenas de los desiertos de Namibia o el Kalahari, donde habitan los san.
Esta grabación de una melodía acompañada por un pluriarco de 5 cuerdas de tripa, fue realizada en Namibia entre los !kung, un grupo del pueblo san (también conocidos como bosquimanos). El pluriarco no es un instrumento san, pero lo adoptaron de la cultura bantú del suroeste de Angola. La música !kung se basa en un uso de los armónicos naturales muy particular, y su uso de la polifonía ha descolocado tradicionalmente a los autores occidentales que han planteado teorías evolutivas para la historia de la música.
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Canción coral Ngqika cantada por Selborne T. Bokwe en 1957, acompañado por la Zwelitsha Choral Society del distrito de King Williams Town, provincia del Cabo Oriental, en Sudáfrica. Los Ngqika fueron una monarquía xhosa (grupo étnico sudafricano) que pelearon contra los colonos ingleses y holandeses tras la primera invasión europea. Se dice que Ntsikana (1780-1821), el primer xhosa en adaptar el cristianismo a su cultura, la cantaba regularmente, y que quizás proviene de una melodía africana anterior. El ministro presbiteriano Selborne T. Bokwe adaptó muchas de sus piezas. Detrás de la grabación, su contexto histórico nos habla de las tensiones y dinámicas históricas entre los xhosas y los colonos europeos, entre colonialismo y modernidad en la región del Cabo.
Del sur de África procede, precisamente, un 15% de la vegetación existente en Doramas, convirtiéndose en la región más representada en el parque.
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Francis Masson, antes de su llegada a Canarias, se hacía eco de las plantas que se encontró en el desierto sudafricano durante una de sus expediciones, asombrándose de los conocimientos que los bosquimanos tenían de ellas y de los usos que hacían de sus raíces como alimento o de los jugos de las euphorbias como veneno para sus flechas.
El propio término bosquimano, que deriva del afrikáans boschjesman, ‘hombre del bosque’, es un ejemplo de las limitaciones occidentales para nombrar y caracterizar a los diversos pueblos originarios de África y de la consolidación de términos peyorativos en origen. Tradicionalmente nómadas y recolectores, denominados san por este motivo, poseen un lenguaje caracterizado por sus chasquidos consonánticos. La grabación sonora, un canto femenino, expresa el placer de encontrar karu (Ziziphus mucronata), una suculenta raíz que es una de las comidas favoritas de los grupos que habitan el desierto de Kalahari desde tiempos inmemorables.
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Esta pieza de Herman Magwaza, grabada por Hugh Tracey en los años 50 en Sudáfrica, es un claro ejemplo de música maskanda, la rica tradición zulú de guitarra. Una música interpretada por un músico en movimiento, un trabajador negro que deja su hogar en las zonas rurales y se desplaza por periodos largos a la ciudad. En su continuo devenir, el maskanda (término que deriva del afrikáans “musikante”, músico) reinterpreta los instrumentos de los colonos (la guitarra portuguesa y la concertina de los bóers holandeses) para crear una música zulú sincrética que le transporta de un lado a otro.
Paralelamente, los jardineros europeos comienzan a reinterpretar sus propios paisajes con especies exóticas como gladiolos, agapantos, aves del paraíso o geranios que cazadores de plantas como Francis Masson comienza a describir y portar desde Sudáfrica… o desde Canarias. Precisamente dos de los endemismos canarios que describió Masson se encuentran en el parque Doramas, el balo (Plocama pendula) y la jorja (Asteriscus sericeus).